Aprovechando el lanzamiento de la edición de este año nos gustaría compartir, a modo de flashback, los talleres que hemos ido realizando para comenzar a precipitar "jardines en el aire".
El primero de ellos fue un taller que realizamos en espacio RES junto a nuestros compañeros y compañeras de la Asociación de Estudiantes de Diseño Industrial (AEDI) -de los que nos sentimos muy orgullosos- y que se celebró dentro del encuentro ‘Sevilla Ciudad del Diseño’ #8SCD. Unas jornadas que este año congregaron a multitud de creadores para reflexionar sobre el diseño comprometido con la sociedad y el medioambiente, y que acabaron con una de las mejores conferencias que hemos presenciado nunca -una auténtica obra de arte- ofrecida por Javier Mariscal.
La invitación a nuestro taller recogía una inquietud que llevábamos tiempo madurando, reciclar el agua de los aires acondicionados para crear jardines verticales. Esta era la introducción:
Según los últimos estudios los aires acondicionados incrementan la temperatura urbana entre 1 y 2 grados centígrados, además de malgastar agua y aumentar los gases de efecto invernadero (sus líquidos refrigerantes son grandes potenciadores del mismo). Las plantas, sin embargo, ayudan a mitigar las temperaturas, absorben CO2 y embellecen la ciudad. ¿Podríamos cambiar este devenir de los aires acondicionados? ¿Podríamos tunear sus condensadores exteriores para transformarlos en manantiales de riego? ¿Qué plantas se adaptarían a estas aguas y ambientes? ¿Qué situaciones podrían provocar estas nuevas asociaciones?¿Podríamos ampliar el concepto de aire acondicionado al de ecosistema acondicionado?.
Para afrontar el desafío organizamos un taller adaptando algunas de la metodologías del Helsinki Design Lab (HDL), que podéis consultar en el enlace adjunto en Recipes for systemic Change, y que os recomendamos descargar fervientemente. Solo por este documento merece la pena el post.
Más allá de la participación genérica, la metodología del HDL prioriza una participación informada y constructiva a partir de perfiles complementarios capaces de generar un pensamiento integrador. Como en la sesión todos teníamos unos perfiles similares, la primera acción fue dividirnos por grupos adjudicando a cada participante un rol diferente a interpretar. Así, en cada mesa había un diseñador, un propietario, un presidente de comunidad, un técnico de urbanismo, un político, etc. La idea era hacer emerger cierta complejidad a partir de la confluencia de intereses aparentemente dispares.
A partir de esta lúdica situación comenzamos a identificar los diferentes actores que intervienen en la proliferación de aires acondicionados, así como los efectos y las relaciones que los vinculan, para después tratar de “actualizar” dichas conexiones con nuevas alianzas capaces de provocar situaciones más creativas y resilientes. El objetivo, por tanto, no solo radicaba en pensar qué hacer sino cómo, priorizando aquellas soluciones basadas en pequeñas acciones distribuidas a las que hermosamente el HDL describe como “recetas para un cambio sistémico”.
Así, en el camino de estas sesiones fuimos tomando conciencia de las implicaciones formales, pero también de las tecnológicas, ambientales, económicas o sociales vinculadas a la iniciativa. En este sentido, el diseño del proceso cobraba más importancia que el diseño del objeto: ¿el agua de los aires se puede utilizar directamente o necesita un tratamiento químico? ¿Quién aprovecharía el agua residual? ¿Sería más óptimo diseñar microjardines independientes o un jardín comunitario más resiliente? ¿Se podría gestionar de manera individual o debería ser una institución colectiva? ¿Cómo funcionan los procomunes relacionados con la gestión del agua? ¿Convendría hacer un diseño para los soportes o mejor adaptar la tecnología existente de los aires acondicionados customizándolos? ¿Qué opción facilitaría su implementación? ¿Cómo adecuarnos mejor a la normativa? ¿Qué beneficios podrían aportar estos “jardines”? ¿Qué podría hacerse con los otros residuos asociados? ¿Qué otros procesos asombrosos podrían generarse a partir de ellos? ¿Cómo podrían incentivar estos inputs la adopción y proliferación de estos dispositivos paisajísticos? ¿A dónde nos conectan estas palabras escritas en árabe por una de las compañeras de AEDI?... Las mashrabiyas aparecieron en escena.
En la imagen de la portada os dejamos un mapa de las huellas de nuestros pensamientos entrelazados aquel día. Gracias a los compañeros y compañeras de AEDI, ¡enredar con ell@s siempre es un placer!